Introducción a la Didáctica de la economía




La enseñanza de la Economía tiene antecedentes principalmente en los países de nuestro entorno. Así en los países de nuestra órbita cultural aparece desde mediados de la década de los sesenta.



Pero la Economía ha sido tradicionalmente en España una materia excluida de los planes de estudio de las enseñanzas medias. No obstante podemos destacar la inclusión de esta enseñanza tanto directa como indirectamente en algunas de las siguientes etapas históricas del Siglo XX:


- 1926. Dictadura de Primo de Rivera (Plan Callejo) aparece en cuarto curso de Bachillerato Elemental una asignatura denominada Geografía Política y Economía (3 horas semanales)

- En la II República se incluyen importantes contenidos de carácter económico en la asignatura de historia.

- Con la Ley de 1945 se enseña Economía doméstica en las escuelas feministas.

- La Ley de 1953 recupera la asignatura de Geografía política y económica para sexto curso de Bachillerato.

- Con la Ley de 1970 se crea Geografía Humana y Económica para segundo de B.U.P.




Podemos concluir que sólo en determinadas ramas de la anterior Formación Profesional se ofrecían conocimientos relativos a ella. No existía una tradición sólida que facilitara el camino que debía emprenderse, tanto en los aspectos metodológicos como en los didácticos, para que su implantación en el Bachillerato fuera exitosa. Es innegable además que sus características la hacen de difícil asimilación a determinadas edades dado que todavía no se conocen ciertas técnicas (matemáticas, lógicas, etc.) que son casi imprescindibles para asimilar la globalidad de los conceptos económicos.



La Economía, como disciplina con singularidad propia, se introdujo con la reforma de 1990 como materia de modalidad en el Bachillerato de Humanidades y Ciencias Sociales. Si bien en primero estaríamos ante una denominación acertada, la de segundo, Economía  de la  Empresa, ofrece una visión distorsionada que mezcla conocimientos puramente económicos con otros de administración empresarial sin solución de continuidad.



El término economía hace referencia a la totalidad de las actividades económicas (es decir, productivas, de distribución y de intercambio) de un sector o de un ámbito territorial, para la mayoría de la población, este vocablo tiene un significado limitado al ahorro de recursos en general y de dinero en particular.



Con un alcance no muy superior, en los estadios elementales del análisis económico –como algunos libros de texto- se suele caer en la simplificación de presentar la realidad social como formada por actores que persiguen sus intereses individuales de forma exclusivamente racional, es decir, tratando siempre de obtener el mayor beneficio al menor coste. Como señala Fernández Enguita (1), la literatura económica abunda en ironías que definen al hombre oeconomicus tan paradigmáticamente egoísta, que sería la última persona a la que uno querría tener como amigo.



Superando concepciones erróneas, es unánime la relevancia que los investigadores sociales otorgan a la economía para comprender el funcionamiento de las sociedades pasadas y presentes y atisbar su previsible futuro. Además, se constata cómo las relaciones del individuo con su entorno vital están cada vez más impregnadas de contenidos económicos, de tal forma que el común desenvolvimiento de la persona exige un conocimiento adecuado del marco conceptual y relacional que rige sus intercambios mercantiles.


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